CLAROSCUROS

Captura de Ovidio “el ratón” Guzmán: primeras lecturas políticas

José Luis Ortega Vidal
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Hay y habrá mucho material para escribir y analizar sobre la captura de Ovidio “el ratón” Guzmán López, hijo de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera.
En un breve acercamiento resulta obvio el nexo entre lo ocurrido este jueves -víspera del día de Reyes- en Culiacán, Sinaloa, y la visita a nuestro país -el próximo martes diez de enero- del presidente norteamericano Joe Biden, quien se reunirá con su homólogo de Canadá Justin Trudeau y el anfitrión Andrés Manuel López Obrador.
La primera lectura de la segunda captura de Ovidio Guzmán ubica este hecho desde la perspectiva de la política internacional y más específicamente en el marco de la relación trilateral entre México-Estados Unidos y Canadá; los tres países participantes de la sociedad comercial conocida como TMEC.
A Estados Unidos, más que a Canadá, le interesa el combate al narcotráfico como tema prioritario en su agenda política interna.
La potencial extradición del emblemático “ratón” o uno de “los chapitos”, será un auténtico regalo de Reyes, de la fiesta de la Candelaria, de Pascua o de Santaclós -según la fecha que ocurra- de parte de AMLO para su par al otro lado de la frontera.
No sorprenderá que durante las charlas a desarrollarse en la ciudad de México la próxima semana, se acuerde este envío de uno de los mandos importantes en el cártel de Sinaloa, cuya presencia en la historia veracruzana de los últimos cuarenta años está documentada en trabajos académicos, periodísticos, reportajes y libros como Democracia Violenta, de este autor…
Otra lectura -también política- sobre el arresto de Ovidio “el ratón” Guzmán López, remite al llamado culiacanazo; aquella primera detención donde a las fuerzas armadas les correspondió hacer el ridículo tras soltarlo para evitar una masacre en suelo sinaloense.
El golpe no sólo fue para policías y fuerzas federales; el presidente López Obrador -quien dio la orden- ha cargado desde aquel 17 de octubre del 2019, con el señalamiento de cobarde, mentiroso, narcopresidente, negociador con el cártel de Sinaloa, entre otros epítetos montados por sus rivales políticos vía medios de comunicación y redes sociales; así como un sector de la población convencido por sí mismo de que aquello fue un error garrafal…
A tres años y tres meses del “culiacanazo”, AMLO logró mover piezas importantes en el ajedrez político nacional e internacional -particularmente los conectados con la estructura de seguridad interna del país y la relación siempre áspera y resbalosa con Estados Unidos- al demostrar que tuvo razón al evitar una masacre en octubre de 2019 y lograr una captura efectiva, inteligente, de Ovidio Guzmán López.
Con esto López Obrador se sacude la imagen, el estigma de un pacto con el cártel de Sinaloa aunque los análisis más profundos y conspicuos lanzarán una hipótesis interesante: Ovidio Guzmán López habría sido entregado por el propio cártel de Sinaloa como parte, sí, de una negociación añeja y del más largo alcance posible…
La historia dará detalles al respecto…
La última parte de este acercamiento a una visión política sobre el culiacanazo segunda parte, nos remite a las consecuencias de esta captura en el contexto de la lucha contra las drogas.
Nada se moverá al respecto.
O más aún: todo se moverá para seguir igual.
Los drogadictos contarán con sus dosis y los productores y distribuidores tendrán sus bolsas, sus cajas y pastillas a tiempo.
Ovidio era una pieza importante en uno de los dos cárteles más poderosos de México pero su encierro no sacude a dicha organización con presencia internacional, mundial.
En Democracia Violenta, retomo una hipótesis que cobra fuerza en el universo de las investigaciones respecto al tema del narcotráfico: es el Estado…

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